PNIE

En los últimos años, profesionales de varios ámbitos relacionados con la salud humana se han dedicado a integrar los estudios más recientes en neurociencias. Médicos, nutricionistas, fisioterapeutas, bioquímicos, enfermeros, farmacéuticos,… Todos con un objetivo común; mejorar la salud del paciente. La PNIE entiende el organismo como un conjunto de sistemas interrelacionados. Entiende el ser humano desde una perspectiva holística y busca tratar la raíz del problema; la causa, no la sintomatología. Esta disciplina médica toma en cuenta la bidireccionalidad entre los diferentes órganos y sistemas y la psique o emociones del cuerpo humano. Mediante sustancias como neurotransmisores, hormonas o citoquinas, las emociones tienen una relación directa sobre nuestro sistema inmune. Responsable, éste, de combatir con eficacia las enfermedades. Por otro lado, las emociones tienen un fuerte impacto en nuestro sistema digestivo. Es por todos bien conocido que en situaciones de estrés o ansiedad, uno de los primeros sistemas en reaccionar es el sistema digestivo. Y, de la misma manera, un desequilibrio en nuestra flora intestinal o “disbiosis”, tendrá una afectación directa sobre nuestro estado emocional. Los intestinos, la calidad y diversidad de la microbiota intestinal es clave en nuestro estado de salud general. Ya es bien conocida la frase “los intestinos son el segundo cerebro”, gracias a las múltiples publicaciones científicas de las últimas décadas acerca de la importancia de los intestinos en nuestro estado de salud. La serotonina, hormona de la felicidad, se produce en un 90% en los intestinos. Esta hormona es la responsable de la calidad del sueño, la sensación de hambre i del estado emocional. Es un claro ejemplo de la importancia de mantener una microbiota saludable y evitar todo aquello que pueda repercutir negativamente sobre la diversidad de las bacterias intestinales. Siempre con el objetivo de restablecer el equilibrio de la persona, la PNIE trabaja con el control de las emociones, el descanso, la actividad física y con la alimentación saludable y los nutrientes. Siendo así, una terapia 100% individualizada. Una alimentación rica en verduras y frutas de temporada y de proximidad, prebióticos y probióticos, aceite de oliva virgen extra, evitar azúcares y alimentos procesados y tóxicos, son la base para mantener una microbiota saludable y el sistema inmune fuerte, clave para prevenir y tratar los desequilibrios que se puedan producir en el cuerpo humano